viernes, 17 de agosto de 2012


ALMANAQUE CULTURAL 1990
DEL CÍRCULO DE LECTORES

Los grandes mitos del cine 

ENERO
SISSI. La princesita trágica

Filmografía rosa de Romy

Antes de su evolución, Romy Schneider interpretó en tres ocasiones el personaje de Isabel de Baviera: Sissi, Sissi Emperatriz y El destino de Sissi. Quince años después, Visconti la elegiría para interpretarla de nuevo, bajo tintes más sombríos en Ludwig (Luis II de Baviera). Entre los títulos del período rosa de Romy figuran: Los jóvenes años de una reina ( Victoria de Inglaterra), La panadera y el emperador, Sueños de circo, Robinson, Katia y Amoríos (con Alain Delon).


  Conoció una inmensa populariad en los años cincuenta, gracias a un título y aun nombre:Sissi, la princesa bávara cuyos amores con el joven emperador de Austria Francisco José sirvieron de base a una trilogía edulcorada que pretendía tomar la Historia a guisa como un cuento de hadas. La trilogía se completó con otros títulos de corte parecido en los cuales una adolescente, Romy Schneider, se presentaba como la culminación del dinamismo, la simpatía y cierta inevitable cursilería convenientemente rimada con valses de Viena.
  Romy tuvo el buen gusto de cambiar de estilo en el momento oportuno. Dos grandes personajes de la élite europea, Coco Chanel y Luchino Visconti, se encargaron de remoldearla. La almibarada princesita de las comedias rosáceas quedó así convertida en una mujer de mundo, elegante, sofisticada y capaz de mayores empeños. Como tributo a su nueva personalidad, Visconti le consagró el mejor episodio del fim Boccaccio 70: Romy era una condesa que, para conservar el amor de su marido, se ve obligada a actuar como una prostituta. No podía pedirse un cambio más radical en la carrera de una actriz. El cine francés hizo el resto: convertida en favorita de los nuevos realizadores, dio lo mejor de su madurez en títulos adultos que confirmaron su categoría. Muy a menudo declaró que en los últimos años había aprendido a considerar a Francia com su verdadera patria. Pero ni el afecto del público galo ni sus éxitos profesionales sirvieron para consolarla de la muerte de su hijo y de una serie de dramas sentimentales que habían desembocado en una intensa soledad interior. Al igual que el personaje de Isabel de Baviera, su vida empezó entre sonrisas para terminar en la tragedia. Y un día el mundo escuchó con horror la más inesperada de las noticias: la risueña Sissi se había quitado la vida.
Fue suyo un cuento de hadas que se tiño de luto.

Texto de Terenci Moix